A lo largo de los últimos años hemos sido testigos de cómo en varias regiones de Europa se han intensificado los esfuerzos por reducir la dependencia tecnológica de las grandes empresas estadounidenses. Esta búsqueda de soberanía digital, impulsada en la Unión Europea, sobre todo en países como Francia o Alemania, no es una novedad en el continente.
Y es que hace más de dos décadas, dos comunidades autónomas españolas, Extremadura y Andalucía, ya marcaron el camino con iniciativas pioneras basadas en Linux y software libre que sentaron un precedente. Ahora este tipo de iniciativas son cada vez más frecuentes en algunos países de la Unión Europea.
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Los pioneros españoles: LinEx y Guadalinex
En 2002, la Junta de Extremadura lanzó LinEx, una distribución de Linux adaptada a las necesidades de la administración pública y los centros educativos de la región. Esta iniciativa, considerada revolucionaria en su momento, buscaba democratizar el acceso a la tecnología en la comunidad autónoma, al tiempo que reducía costes y eliminaba la dependencia de licencias de software propietario.

Un año después, en 2003, Andalucía siguió el ejemplo con Guadalinex, otra distribución basada en Debian Linux. El proyecto andaluz fue especialmente ambicioso, ya que se implementó en miles de centros educativos como parte del plan "Andalucía Sociedad de la Información". Miles de estudiantes crecieron utilizando este sistema operativo en sus aulas, familiarizándose con herramientas de software libre como OpenOffice (posteriormente LibreOffice), GIMP o Firefox.

Ambos proyectos compartían objetivos similares: reducir costes en licencias, promover la alfabetización digital, fomentar el desarrollo de software local adaptado a necesidades específicas y, quizás sin considerarlo como un objetivo principal en un comienzo, garantizar la independencia tecnológica frente a los gigantes estadounidenses.
Cómo Europa quiere dejar de depender tanto de Estados Unidos en lo digital
Después de un periodo en que el impulso del software libre pareció perder fuerza, Europa parece haber despertado cierta inquietud por esta vertiente a través de varias iniciativas en un contexto actual de tensiones comerciales y preocupaciones sobre la privacidad de nuestros datos. La reciente escalada de aranceles impuestos por la administración Trump desde su regreso a la Casa Blanca ha dinamitado aún más estas tensiones, afectando especialmente a sectores tecnológicos europeos. Este hecho evidencia la vulnerabilidad de una economía digital que depende aún de muchas decisiones políticas externas.

Esta situación, sumada a la preocupación por el control de datos de ciudadanos europeos por parte de empresas estadounidenses que procesan más del 90% de la información generada en el continente (a pesar de que los datos se alojen en servidores europeos), crea una urgencia por desarrollar alternativas digitales que protejan los intereses de la Unión Europea.
Entre algunas iniciativas para paliar esta situación el Banco Central Europeo ha acelerado iniciativas como el euro digital, que quiere convertirse en pieza clave de la soberanía financiera europea, modernizando los sistemas de pago y creando infraestructuras independientes de redes controladas por empresas estadounidenses. Paralelamente, proyectos como GAIA-X para establecer una nube europea soberana o la Alianza Europea de Semiconductores intentan reducir también esta dependencia.
Cada vez hay más software libre en Europa
Además de todas estas iniciativas, el software libre mueve sus patas alrededor de Europa. Un ejemplo lo tuvimos en 2019, cuando el estado federal alemán de Schleswig-Holstein tomó la decisión de migrar sus sistemas desde Microsoft Office hacia LibreOffice. Este cambio, que afectó a más de 30.000 ordenadores utilizados por funcionarios y docentes, supuso un ahorro considerable en licencias y marcó un hito en la administración pública alemana. El proyecto, conocido como "Phoenix", incluía no solo la migración de software sino también un completo programa de formación para facilitar la transición. En abril del año pasado pasó de prueba piloto a una normativa que ya se cumple.

Francia ha sido otro gran impulsor de la soberanía digital. En París, la administración municipal quiso adoptar GendBuntu, una versión personalizada de Ubuntu Linux diseñada específicamente para los servicios de la Gendarmería Nacional. Esta distribución, que se utiliza en miles de equipos policiales, pretende garantizar mayor seguridad y control sobre los datos sensibles que manejan las fuerzas de seguridad. En junio de 2024 conocimos que el 97% de los equipos de la administración utilizan GendBuntu (unos 103,164 equipos).

Más allá de los sistemas operativos, Europa está desarrollando alternativas a las aplicaciones más utilizadas. Un ejemplo destacado es 'La Suite numérique', una iniciativa franco-alemana que proporciona herramientas ofimáticas y de productividad basadas en código abierto. Su componente más popular, Docs, se posiciona como una alternativa europea a servicios como Google Docs o Notion, con la ventaja de ofrecer garantías sobre la ubicación de los datos en servidores europeos y conformidad con el RGPD.
En Italia, el proyecto "Decidim" ha ganado terreno como plataforma de participación ciudadana y democracia digital. Desarrollada inicialmente en Barcelona, esta solución de código abierto se ha extendido por diversas ciudades italianas, ofreciendo una alternativa a plataformas comerciales para procesos participativos.
También merece mención el proyecto NextCloud, con sede en Alemania, que ofrece una alternativa europea a servicios como Dropbox o Google Drive. Su adopción en instituciones públicas y universidades de países como Alemania, Francia y Suecia ha demostrado que hay un interés por la soberanía digital.
Estas son algunas de las iniciativas más conocidas y que han acabado llegando a algunas de las administraciones públicas de los países europeos. Sin embargo, también hay varios proyectos en marcha que buscan la atención de los gobiernos y que por el momento son conceptos. Uno de ellos es EU OS, basado en Fedora y KDE Plasma que tiene el propósito de eliminar el coste de las licencias que se financia con dinero público y aportar mayor flexibilidad y soberanía digital.
La adopción masiva de estas iniciativas no es fácil
Que una gran masa de usuarios adopte este tipo de sistemas es un proceso que suele ser largo y, a veces, no acaban llegando a buen puerto. De hecho, muchas de las iniciativas pioneras españolas fueron perdiendo fuerza con los cambios políticos y la crisis económica de 2008. Sin embargo, su legado parece haber inspirado a muchas otras regiones a probar este tipo de iniciativas con la intención de no cometer los mismos errores.
El principal desafío sigue siendo la adopción. Conseguir que las administraciones públicas y los ciudadanos europeos prioricen la soberanía digital sobre la conveniencia a corto plazo que ofrecen las soluciones estadounidenses, generalmente más pulidas y con mayor soporte comercial, es desde luego complicado.
Imagen de portada | Generada por IA con ChatGPT
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