Hackeó la Xbox antes que nadie y de paso logró algo más difícil: que Microsoft le dejara contar en un libro cómo hacerlo

Su descubrimiento inspiró a toda una generación de hackers y programadores

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Antonio Vallejo

Editor

Pocos nombres resuenan con tanta fuerza en el mundo del 'hacktivismo' como el de Andrew "Bunnie" Huang. Este brillante estudiante del prestigioso MIT se convirtió en una figura popular del sector en 2003 cuando publicó "Hacking the Xbox", un libro que revelaba cómo había conseguido modificar la consola original de Microsoft para ejecutar software no autorizado.

Bunnie no era un hacker cualquiera. Mientras cursaba sus estudios de postgrado en el MIT (Massachusetts Institute of Technology), institución que irónicamente vio nacer la cultura hacker en los años 60, Huang ya contaba con una larga trayectoria desmontando dispositivos. "Básicamente, cada juguete o consola que tuve desde la infancia, siempre la desmonté", confiesa en una entrevista para el podcast "Darknet Stories". "Era más divertido hackear los juegos que jugarlos", añade.

Publicó el método que usó para hackear la Xbox, con permiso de Microsoft

Cuando Microsoft lanzó la primera Xbox, Bunnie no tardó en adquirirla y, fiel a su costumbre, desmontarla. Lo que descubrió le fascinó: la consola era esencialmente un potente ordenador. "Cuando la desmonté, vi claramente que por dentro era un PC", explica. Su objetivo no era ejecutar copias de seguridad, sino algo más fundamental: poder utilizar ese hardware para lo que él quisiera, como ejecutar Linux o simplemente aprovechar ese ordenador de 300 dólares para algo más que jugar.

xbox Imagen: Wildtype Media Group

El problema era que la Xbox incorporaba sistemas de seguridad que impedían ejecutar software no autorizado. La consola utilizaba una clave criptográfica oculta que validaba el firmware antes de ejecutarlo. "El procesador se despertaba por la mañana, iba a una ubicación secreta, obtenía sus claves y luego tapiaba la puerta", describe Huang metafóricamente.

Como experto en hardware, Bunnie construyó un pequeño circuito que podía capturar los datos que circulaban por el bus de la consola durante el arranque. Tras muchas pruebas, logró hacerse con las claves que Microsoft utilizaba para validar el software.

"Tuve que pellizcarme. No podía creerlo", recuerda cuando lo consiguió. "Eran las cuatro de la madrugada y mi novia ya estaba dormida, así que no podía gritar ni hacer ruido". Al día siguiente, al compartir su hallazgo con su tutor de doctorado, descubrió algo inquietante: su investigación podría infringir la Ley de Derechos de Autor del Milenio Digital (DMCA), que prohibía específicamente difundir tecnología para eludir protecciones de copyright.

Bunnie, como buen estudiante del MIT, quería hacer lo correcto. Contactó con Microsoft para realizar una "divulgación responsable" de su hallazgo. Tras meses de negociaciones, llegaron a un acuerdo: podía publicar su investigación siempre que no revelara la clave exacta.

"Quería evitar cualquier cosa que pudiera percibirse como ilegal, porque quería hacer público mi trabajo", explica. "No puedes jugar a dos bandas; o eres un hacker ético o no lo eres".

Finalmente, Huang escribió y autopublicó "Hacking the Xbox", vendiendo los ejemplares desde su propio sitio web. El libro se hizo sorprendentemente popular, hasta el punto de que tenía que llenar su viejo coche "de suelo a techo con libros y sobres" para enviarlos desde correos. Años más tarde, puso gratis su libro para que cualquiera pudiese acceder a ese conocimiento.

El trabajo de Bunnie inspiró a toda una generación de hackers e ingenieros a aprender sobre ingeniería inversa. Aunque era consciente del potencial uso irregular de su investigación. Y es que su descubrimiento podía utilizarse tanto para fines legítimos como cuestionables, pero defendió la importancia de compartir el conocimiento.

"Creo que hay una responsabilidad de los tecnólogos de considerar las ramificaciones éticas de lo que hacen", reflexiona, "pero tampoco es su lugar privar a toda la humanidad porque ellos solos juzguen que la tecnología puede usarse de una forma u otra".

Imagen de portada | "The Hacktivist"

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